Estas últimas semanas Raúl Lora ha estado en uno de esos circos gredenses que, pese a su espectacularidad, pasan casi desapercibidos. El Circo de La Laguna del Barco es una extensa y sorprendentemente llana cubeta glaciar rodeada de preciosas paredes. La Covacha la cierra por su izquierda, La Azagalla y El Canchal de Ballesteros por el centro, y el Castilfrío por su derecha. Yaco y yo nos dirigimos hacia la prominencia rocosa del Canchal de Ballesteros, Raúl nos ha regalado un par de fotos prometedoras y, entre las dos cimas de esa prominencia, se adivina una línea helada escondida del sol y de casi todas las miradas.
Tras cuatro horas de aproximación por la garganta de Galingómez cargados con nuestras pesadas mochilas, estamos a pie de vía, hielo, mucho hielo, y azul como pocas veces se ve en Gredos, solos en la inmensidad preparamos el material e iniciamos nuestra aventura avanzando por un corredor que gana inclinación progresivamente.
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Al fondo, nuestro objetivo. |
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Más cerca. |
L1: 40 m. 3+
Montamos reunión con dos tótems donde el corredor alcanza los 65°, unos metros por él a 70° protegiendo en roca para entrar a una cascada de hielo grueso y amable. De unos 10 metros, mantiene los 75° con los dos metros centrales a 85°. Desemboca en una gulot a 70° por la que se progresa hasta la reunión. Desde la cascada protección con tornillos. Reunión con dos tornillos y dos tótems.
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Entrada a la cascada. |
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Inicio L1. |
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Cascada. |
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R1. |
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En la R1. |
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Saliendo de la cascada. |
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Reu a tope. |
L2: 40 m. 3
Continúa la gulot ganando inclinación hasta salir, en unos metros a 80°, a una campa a 55° por la que avanzar hasta hacer reunión en una roca emergente.
Protección con tornillos y un tótem, reunión con tótems.
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Salida de la gulot. |
Ya desencordados, continuamos otros 50 metros por la campa a 50° hasta llegar a la línea cimera, allí organizamos el material e iniciamos un larguísimo descenso siguiendo el cordal hasta enlazar con nuestro itinerario de la aproximación.
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Arriba. |
El valle se muestra primaveral y el calor castiga nuestros pies encerrados en las botas rígidas, hemos acumulado 25 kilómetros y 1500 metros de desnivel y ha merecido la pena. Una vía corta pero de enorme belleza, y con el añadido de habernos permitido disfrutar del mejor hielo de lo que llevamos de temporada.
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