Apurando estas circunstancias al límite, Raúl y yo nos vamos a Cinco Lagunas. Entre la gran clásica del Gutre Occidental, la Goldspell, y su joya más preciada, Amanecer, en la zona más vertical de la pared, pensamos que se puede trazar una línea. Es un objetivo ambicioso y de esos que merecen la espera de varios inviernos hasta que se alinean los astros. Creemos que puede ser el momento y un amanecer frío y ventoso nos recibe ya muy altos, cerca del vértice del Puntal de Lobos, en un día en el que hemos madrugado más de lo habitual. Nos equipamos, descendemos unos metros y flanqueamos bajo el Espolón Bajero. Se ven formadas casi todas las vías y todo hace presagiar que hoy es el día D.
Vemos el inicio de la línea perfectamente definido y hacemos la reunión inicial.
L1: 50 m. 4+/M4+
Larguísima goulotte que sigue el recorrido de un vertical diedro bajo los colmillos helados que la jalonan por su izquierda. Salida muy aérea en mixto delicado al hombro.
L2: 35 m. 3+, R
Largo de placa cubierta de nieve pegada con un resalte al inicio. Protección precaria y, en el estado en que encontramos la nieve, bastante delicado.
L3: 45 m. 4+/M5+
Vertical chimenea helada que requiere de pasos atléticos de mixto. Su interior es tan estrecho que exige salirse hacia la derecha hasta alcanzar el nevero superior.
L4: 55 m. 3+
Sucesión de goulottes que se van enlazando mediante flanqueos hacia la derecha hasta salir a las rampas finales.
L4. |
L5: 25 m. 60°
Rampa final hasta el cordal.
Reuniones y protección de toda la vía en roca, con especial protagonismo de los fisureros.
Abrazo final y sensación de haber cumplido un viejo objetivo, ha salido una vía de más de 200 metros y con una dificultad muy mantenida, de lo mejorcito de Gredos pensamos. Recogemos el material y afrontamos un largo descenso en el que la nieve, relativamente dura en la aproximación, nos va a dificultar las cosas al haberse reblandecido con el tibio sol de abril.
Vuelta al sur. |
Raúl comenzó su serie de aperturas en los Gutres con Amanecer, uno de los mitos gredenses, decidimos que nuestra recién nacida, paralela a ella por su izquierda, se llame Anochecer. Cosas de ese tiempo que pasa y que es tan relativo que permite que entre un amanecer y un anochecer transcurran nada más y nada menos que 12 años.
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